Gaceta No. 38

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Hace 100 años, el Ecuador se convirtió en el primer país en América Latina
en reconocer el derecho al voto femenino. Es así como, la figura de Matilde
Hidalgo de Procel se volvió visible en el país y en el mundo entero, puesto
que con su coraje y valentía desafió el sistema político de la época (1924), y exigió que a las mujeres se les reconozca el poder ejercer el voto, como un derecho.

Este año, el Instituto de la Democracia conmemoró este hito histórico, a través de una agenda nutrida de actividades académicas realizadas a escala nacional. Se buscó posicionar la lucha de las mujeres a lo largo de los años por ocupar un lugar en el ámbito político y, por supuesto, demostrar los distintos agentes de cambio que han sido fundamentales para que, el día de hoy las voces de las mujeres sean escuchadas en los espacios de toma de decisiones y para que se sigan promoviendo política
pública a favor de la equidad de género en la política ecuatoriana.

Es esencial, en un Estado Constitucional de derechos y justicia (Art. 1 CRE), que la participación femenina en el ámbito público sea reconocida, no solamente por ser justo, sino porque en una verdadera Democracia, las mujeres juegan un papel crucial.

Todas las voces son importantes en una Democracia, es así que, independientemente del sector de donde provengan, deben ser escuchadas y, de esa manera, contribuir a la consolidación de una política más incluyente, más plena y enriquecedora.

En este contexto, la participación de las mujeres en la política debe ser activa, es decir, desde las dos caras de la moneda. Desde el ámbito de electora, con todos los derechos de participación política (Art. 61 CRE); y, desde el enfoque de mujer política (candidata, lideresa, defensora de derechos humanos). La mujer, sin duda alguna, aporta perspectivas únicas al debate público, lo cual, fortalece al sistema democrático ecuatoriano.

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